Por supuesto, en ese entonces yo solo era un pobre albañil que abrió la puerta equivocada en la casa del patrón y tú eras una princesa caprichosa que salía de darse un baño.
Aun recuerdo como salían tus gritos de esta dulce boca, las venas de este cuello se resaltaban por la fuerza de tu enojo. Estos preciosos ojos se llenaron de lágrimas y estas manos tan tiernas y delicadas temblaban de miedo, pensando que estaban en peligro, pensando que yo te haría daño.
Aun recuerdo al patrón entrar pateando la puerta y sujetándome del cuello para someterme mientras la policía venía en camino. Intenté hablar pero mis pulmones se quedaban sin aire mientras veía a lo lejos este rostro tan bello llenarse de pánico gritando "llévenselo, llévenselo".
Recuerdo los golpes que recibí en el estómago por parte de los guardaespaldas del patrón y luego otra ronda cuando llegó la policía. Me golpearon tanto que no pude decir ni una palabra.
Nunca pude defenderme, no pude hablar ni mucho menos meter las manos. Yo no tenía malas intenciones, solamente mala suerte.
Cuando iba en la patrulla, semi inconsciente con tanto golpe en la cabeza, solamente veía una luz haciéndose cada vez más intensa. Cuando al fin tuve fuerza para hablar algunas palabras, pedí que apaguen la luz pero el policía solamente rió llamandome loco. No había luz, excepto la luz de los faros de un trailer que había perdido el control, estrellándose de frente a nosotros.
Con tanto shock no sabía si estaba en una pesadilla o un sueño. Solo recuerdo estar nuevamente en la casa del patrón, decidí buscarte para poder disculparme y arreglar las cosas, pero de algún modo no me podías ver y luego en un parpadeo yo estaba mirando el espejo a través de tus ojos.
Yo nunca quise hacerte daño, Marissa. Ni siquiera sabía de tu existencia hasta que abrí una puerta que no debí.
Una puerta que irónicamente ahora debo abrir todos los días usando tus manos, caminando paso a paso con tus hermosas y largas piernas.
Aun no entiendo qué o cómo ocurrió esto, pero la vida me dió una nueva oportunidad que no pienso desperdiciar.
En fin, Marissa, no sé si puedas escucharme o si estés por aquí. Solo quiero que sepas que nada nos pasará de ahora en adelante.
Ahora debo apurarme o llegaré tarde a almorzar con el patrón, perdón, mi padre.
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