"Eran las 8 de la mañana, lo recuerdo bien porque era Domingo y yo solo quería dormir todo el día.
Pero me fue imposible, era un ruido ensordecedor. Salí a ver qué ocurría, era un camión de mudanza. Al parecer alguien se había mudado a la casa de enfrente, esa casa llevaba ya casi un año inhabitada. Me pregunto quien será el nuevo vecino." - Josué, un obrero de 41 años que vive con su esposa Hilda de la misma edad. Ambos llevan una vida tranquila, o al menos eso creían, ya que las cosas muy pronto estaban por cambiar con la llegada de un nue o integrante al vecindario.
Josué es un buen hombre, se levanta desde temprano todos los días para ir a la obra a trabajar, llegando a su casa en la noche muy cansado.
Por otro lado Hilda es una ama de casa, quien dedica sus tiempos libres para ver la televisión o chismear con las vecinas. Con frecuencia ocasiona conflictos entre los vecinos ya que le gusta inventar historias. También suele ser molestosa con una vecina en específico: Valeria, una joven de 27 años que el año pasado se mudo recién. Hilda disfruta de hacer comentarios negativos sobre Valeria, menospreciandola. Sin embargo en el fondo Hilda envidia a Valeria, ya que es una joven muy atractiva y en ocasiones es visitada por su novio, Ricardo, un hombre de 30 años, alto, atlético y atractivo.
Los días domingo, Josué descansaba y pasaba el día en casa viendo tele o salía a dar un paseo con Hilda. Pero este domingo sería la excepción. Un camión de mudanza había llegado a la casa de en frente de ellos.
Por su instinto, los dos se asomaron rapidamente para ver qué ocurría.
Ambos se sorprendieron al ver bajar a un señor de apariencia norteamericana, de unos 50 años aproximadamente.
"Ah, lo que le faltaba al vecindario, un gringo". Comentó Hilda de manera despectiva.
"¿Qué hay de malo? Igual y tiene algún negocio donde pueda recomendarme". Contesto Josué.
Continuaban observando y notaron a una jovencita de cabello rubio y piel clara bajarse del auto. La joven era atlética y llamó la atención de Josue. Hilda se dio cuenta en seguida y le llamó la atención.
"¡Viejo rabo verde! ¿Qué le andas mirando a esa niña? Qué descaro." Le reclamó.
"¿Qué te pasa?" Respondió Josué, algo sonrojado.
"Te vi, andas babeando por esa niña, ¿cuántos años tendrá? Ni 20 de seguro, típica niña gringa." Hilda continuó con una cara de indignación.
"Tranquila mujer, yo no he hecho nada".
"Lo que me faltaba, una gringa que enamore a todos los hombres de aquí, como si tener a Valeria no fuese suficiente, las odio". Se dijo Hilda a sí misma en su cabeza.
"¿Entonces? Preguntó Josué.
"¿Entonces qué?" Preguntó Hilda confundida. Por andar pensando en cosas negativas no habia prestado atención.
"Que si vamos a saludarlos". Contestó Josué.
"No, te prohibo que te acerques a esa casa, olvídate de esa niña Josué, te lo advierto". Dijo Hilda, histérica.
"Estás loca, vieja, solo quiero saludar al vecino." Josué comenzaba a enojarse.
"Dije que no, y no se hablará más". Una indignada Hilda dijo.
Luego de la pequeña discusión, ambos continuaron con su día. En la noche Josué veía películas en la tele mientras que Hilda se fue con Erika y Griselda, dos de sus vecinas con quien se reunía para contarse todo.
"¿Vieron a la nueva vecina?" Preguntó Griselda.
"Ah, ¿la gringa?" Respondió Hilda con un tono hastiado.
"Sí, bueno no es tan gringa, su papá sí lo es pero su madre era mexicana. Ella nació aquí, de hecho habla español bastante bien". Mencionó Griselda.
"¿Y tú cómo sabes tanto de esa niña?" Preguntó Hilda, intrigada.
"Pues verás, aquí tu querida ya se hizo amiga de la nueva vecina". contestó Erika, con una sonrisa sarcástica.
"¿Qué? ¿Te atreviste a ir a verla?" - Continuó Hilda - "¿Y qué más averiguaste?".
"Uhh, pues lamentablemente su madre falleció hace un par de años, su papá se llama George y ella se llama Claire. George se retiró así que se mudaron a este vecindario para una vida más tranquila."
"Ah, la típica familia rica". comentó Erika poniendo sus ojos en blanco.
"De seguro vienen a humillarnos" dijo Hilda.
"No, tranquilas, Claire es una niña muy linda, tiene apenas 23 años y estudió nutrición. Quizás podamos pedirle que nos haga una dieta jajaja".
Las 3 mujeres continuaron platicando sobre la llegada de los vecinos nuevos hasta que se hizo muy noche, así que Hilda se dirigía a su casa de vuelta.
Justo antes de llegar, se cruzó con Claire, quien venía corriendo con ropa deportiva. La joven de forma amable se detuvo a saludar a Hilda.
"Sí, todos aquí son muy amables, amamos este vecindario" complementó Claire.
"Cállate niña roba-maridos" dijo Hilda en su mente.
"Toma asiento amor, Claire nos comentaba sobre sus rutinas". Le pidió Josué.
Claire se veia emocionada. "Si es verdad, el yoga me ha ayudado muchísimo a liberar toda mi tensión y preocupaciones. Además de salir a correr por las tardes."
"Todos deberiamos hacerlo, es verdad, pero la verdad aun no le agarro el ritmo" contestó George, entre risas.
"Ay papá, tú solo una vez intentaste el yoga". Claire contestó riendo.
"Sí, he escuchado eso, pero ojalá tuviera el tiempo para esas cosas". Dijo Hilda de forma un tanto despectiva.
"Deberías intentarlo cariño, en tus tardes libres, quizas Claire pueda enseñarte" sugirió Jouse.
"¡Claro! Me encantaría, ¿qué tal mañana?" Dijo Claire emocionada.
"Ay, yo te aviso, nena" respondió Hilda de forma cortante.
En esa noche, ambas casas se conocieron más. Hilda escuchaba sobre la vida de sus nuevos vecinos, lo cual le causaba frustración ya que tenían todo lo que ella había querido: dinero, tranquilidad, viajes y sobre todo en el caso de Claire, belleza.
Hilda comenzaba a sentir un poco de rencor hacia ella, sin embargo la joven era muy amable y risueña, por lo que no lograba terminar de odiarla, le ocasionaba ternura por momentos.
"Entonces, ¿no tienen hijos?" Preguntó George.
"No señor, aquí mi marido sufrió un accidente en su trabajo por lo que nunca pudimos ni podremos tenerlos" respondió Hilda.
Jousé solamente miro hacia abajo, sintiéndose un poco incómodo.
"Oh, lo siento, solo era curiosidad, disculpen si los incomode" George notó la expresión de Josué, a lo que luego comentó en tono de broma "es que igual y lo quería conocer mi hija".
"¡Papá!" Contestó Claire sonrojandose. "No empieces con eso".
"Ay hija, solo es un chiste" Georgia decia entre risas.
La cena continuó normal hasta que se hizo tarde y los Thompsom se reitraron a su hogar.
"Adiós vecinos, deberiamos reunirnos seguido" despedía Josué.
Al pasar de un par de semanas, Claire y su padre George comenzaron a adaptarse a la vida rutinaria. Claire salía a correr por las tardes, llamando la atención de los vecinos hombres.
Con el tiempo, Claire conoció a Valeria y ambas se hicieron amigas al instante, ya que tenian edades y gustos similares. Hilda no tardó en notarlo y pronto comenzó a inventar chismes sobre las dos, como que Claire quería robarle a Ricardo, entre otras.
Claire tiempo después invitó a Hilda a su casa para que practiquen Yoga.
La señora llegó vistiendo una blusa holgada y un pants deportivo algo desgastado. Claire por su parte vestía un conjunto blanco que resaltaba su figura.
Muy buena historia, me encantó la narrativa, espero la continuación n.n
ResponderEliminarMe muero por leer la segunda parte
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