Andrea es una de las psiquiatras y psicoanalistas con más renombre a nivel nacional, incluso a nivel internacional ha tenido reconocimiento por parte de otros colegas.
Desde hace años posee su propio consultorio en donde atiende de manera muy profunda y personal a sus pacientes. Y es que dentro de la comunidad psicológica ella es considerada un prodigio y una futura eminencia debido a sus conocimientos y proezas dentro del campo. Pudiendo resolver conflictos interpersonales mejor que nadie.
Su "fama" comenzó desde que era estudiante. Ella siempre fue la primera de su clase, superando incluso en conocimientos a sus profesores. Se empezó a forjar un nombre cuando desarrolló una tesis acerca de la empatía con extraños, la cual llevó a crear nuevas áreas e hipótesis en el campo de la psicología, impresionando incluso a expertos con mayor trayecto que ella.
Y no solo es admirada por su basta inteligencia en el campo de la Psicología, sino también en el campo legal y policiaco. Pues Andrea colabora ocasionalmente con la fuerza policial, dando terapia a reclusos y ayudando a que éstos confiesen sus crímenes para recibir su condena debida.
Nuestra historia comienza un lunes por la mañana, con Andrea saliendo del gimnasio después de terminar sus clases de crossfit. Ella subió a su auto y se dirigió a una cafetería cercana, en donde disfrutaba de un té chai caliente, mientras observaba a las personas del lugar. Ahí Andrea se percató de una persona en particular la cual se veía fuera de sitio. Ella supo de inmediato que se trataba de un agente policiaco que la estaba vigilando, sin embargo esto no era ninguna sorpresa, sabía lo que estaba a punto de ocurrir. Comenzó a recoger sus cosas para irse del lugar pero en ese momento un hombre se sentó en la misma mesa.
"Señorita Álvarez" el hombre dijo en un tono serio y grave. "Qué gusto encontrarnos". Continuó diciendo sonriendo ligeramente. Andrea se había comenzado a levantar pero se sentó de nuevo, un poco más relajada. "Admito que estás mejorando tus entradas, Hugo" respondió devolviendo la sonrisa. "Dime, ¿a qué debo el honor de tu visita? ¿Otro preso?" preguntó en un tono juguetón pero sarcástico.
"Sí, en realidad son dos, ya sabes cómo es esto" Hugo le dijo, "Y el jefe tiene bastante prisa, al parecer no son unos Don Nadie". Andrea le dio un sorbo más a su té, y luego de eso se levantaron para subirse al auto de Hugo, un elegante auto color negro de último modelo.
"Esto de detener chicos malos sí que te da para vivir, eh" Andrea dijo mientras se ajustaba el cinturón. Hugo encendió el auto y le dio una carpeta con papeles a Andrea para que leyera. "Es lo mínimo por arriesgar el culo todos los días con esos pendejos" le respondió.
"Bueno, vamos, pero antes necesito ir a mi departamento a cambiarme, no piensas llevarme en estas fachas, ¿o sí?" El par se dirigió a un edificio cercano en donde Andrea luego de unos minutos salió con una blusa y pantalón más casuales, a diferencia de su ropa de gimnasio.
En el camino Andrea comenzó a revisar el expediente de dos sospechosos detenidos.
"Hmm veamos, ¿qué hay aquí?" Andrea pensaba en voz alta mientras leía la información. Se trataba de dos criminales buscados en 4 estados del país, que ocupan un puesto importante en sus organización criminal. Su grupo cayó detenido luego de una emboscada liderada por Hugo, en donde el jefe logró escapar, sin embargo con dos de sus hombres principales, tenían la esperanza de tener toda la información necesaria. "Entonces el mero mero se te escapó, ¿no?" Andrea bromeó, a lo que Hugo solamente la miró de reojo con seriedad. Andrea captó la mirada y se aclaró la garganta, "Bueno, entonces cuéntame, ¿qué quieres de mí? Ya los tienes en donde quieres, eventualmente confesarán".
"Ese es el problema, ya pasaron todos los hombres que tengo y ninguno le ha podido sacar una sola letra de información, y tú eres la mejor de las mejores en eso. No tengo idea de cómo le hagas, y tampoco quiero saberlo, pero no tengo a nadie más".
"De acuerdo, pero la próxima tú me pagarás mi Chai que ya se enfrió" Andrea contestó mientras guardaba nuevamente los archivos y le daba un sorbo a su té.
Al llegar a la central de policía, ambos pasaron por una revisión rutinaria antes de pasar a la zona de los sospechosos detenidos. Una buena parte de los policias saludaban a Andrea al pasar, siendo amables. Llegaron a un cuarto en donde un señor mayor los recibió, se trataba del jefe de la policía, Ernesto Roble.
"Jefe, buenas tardes" Hugo saludó con mucho respeto. Andrea por su parte también le saludó. Ernesto regresó el saludo con un tono extremadamente serio, casi enojado. "Ya era momento, necesitamos que estos individuos canten y nos digan en donde hallar a Mario Lara antes de que pierda mi paciencia y los mande al abismo". El jefe habló con una voz exhaltada, incluso apoyando su mano con fuerza en la mesa, haciendo énfasis con el abismo, lugar en donde torturan en secreto a algunos presos para hacerlos confesar.
"¿Lara?" Andrea preguntó mirando a Hugo. "Sí, el jefe de la organización. Llevamos ya un par de años detrás suyo pero siempre nos evade, pero ahora tenemos a dos de sus hombres de más confianza, esta es nuestra mejor oportunidad." Respondió poniéndose de pie. Andrea solamente miró a ambos hombres y habló en un tono confiado. "De acuerdo, entonces ¿en qué tono quiere que le canten?".
Los tres salieron de la oficina, dirigiéndose a la sala de interrogatorios, una habitación simple, sin cámaras ni ventanas. Por lo que un par de guardias resguardan la entrada por cualquier emergencia. Prepararon a Andrea para poder ingresar con el primer hombre, colocándole un chaleco antibalas, un uniforme y un pasamontañas para proteger su identidad. Luego de eso, ella ingresó a la habitación en donde un hombre encadenado la esperaba en una mesa.
"Saludos, caballero" Andrea habló en un tono serio, mirando al hombre un tanto confuso luego de escuchar la voz de una mujer.
"¿Una mujer? ¿En serio? Ya no buscan qué hacer." Respondió con una sonrisa confiada. Andrea se sentó en la silla y miró fijamente a los ojos al hombre. "Sí, ¿hay algún problema?" preguntó.
"Mira niña, esto no es la fiesta del té ni nada, ¿Por qué mejor no vas a ver si tu noviecito no te está engañando con tu mejor amiga y nos dejas a los hombres en lo nuestro?"
Andrea solamente lo siguió mirando, manteniendo la calma. Esta no es la primera vez que alguien la intenta hacer de menos solo por ser mujer, ya es una costumbre. "Entonces dime, ¿qué te trae por aquí? ¿seguirás protegiendo a tu papi?" Le preguntó en un tono burlón. El hombre hizo una carcajada. "Uy, qué miedo con tus palabras... dime ¿qué me vas a hacer si no hablo? ¿Me vas a matar de aburrimiento? ¿Me darás lástima? Oh, ya sé. Me vas a dar una bofetada y decir que soy un niño malo" continuó burlándose.
Andrea comenzó a hartarse, enrollando sus ojos. "Oh no, ya te hice enojar, uy." El preso dijo riéndose. Andrea tomó un respiro hondo y luego comenzó a hablar. "A veces me pregunto por qué sigo soportando a tipos como tú. Espero no quedar tan traumada luego de esto". El hombre se quedó serio por unos segundos, extrañado por las palabras de la mujer que tenía en frente.
"Muy bien, comencemos con esto" Andrea se levantó, se quitó sus guantes y se levantó un poco el pasamontañas, aun sin revelar su rostro. El hombre simplemente se quedó observando sin saber lo que estaba pasando. "¿Entonces me vas a golpear o me vas a hacer un striptease? Preguntó con algo de nervios.
"No, pedazo de imbécil, es algo muy fuera de tu comprensión, ahora solo cállate y no me hagas arrepentirme más. Verás, tengo un método único para saber lo que quiero de las personas." Luego de eso, el hombre solo pudo ver atónito cómo la mujer que tenía en frente expulsaba un aura blanca que se introducía en él a través de su boca y nariz, para luego caer desmayada en su silla. "¿Pero qué carajos?" Comenzó a decir asustado, cuando de repente sintió un cansancio extremo que le hizo quedarse dormido al instante.
Andrea guarda un secreto con todo el mundo, y es que ella posee la habilidad de poseer a otras personas, expulsando un aura desde su cuerpo a otro, permitiéndole tomar control sobre otra persona brevemente. Sin embargo esto no es todo, sino que al ingresar a otro cuerpo, Andrea puede acceder a los recuerdos de la otra persona, obteniendo información valiosa. Razón por la cual logra tener confesiones de presos, haciendo que quien realmente hace la confesión en una grabación sea ella misma. Sin embargo esta habilidad ha hecho que Andrea tenga recuerdos ajenos indeseables, los cuales suele reprimir, encerrándose con una personalidad sarcástica, evitando cualquier apego real, a excepción de Hugo, con quien siente una tensión más allá de una amistad.
Luego de unos minutos, Hugo obtuvo una grabación del preso confesando algunos de sus crímenes más recientes y brindando el paradero de otros integrantes de su organización, sin embargo no pudieron tener la información del líder, pues ese dato únicamente lo sabía el otro preso que tenían capturado.
Andrea salió de la habitación, una mirada agotada, siendo abrazada por Hugo por lograr dicha confesión.
"Te debo una" Le dijo Hugo, felicitándola. "Me debes muchas" Andrea le respondió con una sonrisa. "Entonces ¿ya me puedo ir?" Preguntó quitándose el antifaz y desabrochando un poco el uniforme. Hugo simplemente sonrió sin poder evitar mirar de reojo el ligero escote que se formó en el uniforme de Andrea. "Yo diría que sí, pero dependemos del jefe".
El jefe de la policía ser acercó, felicitando brevemente a Andrea, sin embargo se notaba igual de serio que antes. "Muchas gracias por su colaboración, señorita Álvarez, sin embargo me temo que debo pedirle un favor más. Aun necesitamos la ubicación de Lara." Hugo lo miró con desaprobación, "Jefe, no cree que ya fue mucho? Con la información que tenemos podríamos llegar a capturarlo en el próximo operativo". Ernesto asintió pero se mantuvo firme en su decisión. "Lo siento, pero ahora sabemos que el otro imbécil tiene su paradero, necesitamos saberlo con certeza". Luego de eso se volteó hacia Andrea. "Por favor, luego de esto podrá irse a casa, tiene mi palabra". A Andrea no le agradó la idea de repetir el proceso nuevamente el mismo día sin embargo aceptó para poder irse del lugar lo antes posible.
Andrea se preparó nuevamente, colocándose el uniforme e ingresando a la habitación con el siguiente preso. Al entrar al cuarto, Andrea sintió un ligero escalofrío mirando al hombre delante de ella. A diferencia de su compañero, este preso tenía una presencia imponente y una apariencia más siniestra.
Andrea tomó un respiro hondo y se sentó, preparándose para recibir más insultos y burlas por parte del hombre. Sin embargo la situación fue diferente.
"Una señorita tan linda, vaya cambio que hicieron estos azulitos" El hombre dijo en un tono calmado e incluso amable. Andrea se sintió extrañada, sin embargo se mantuvo firme, haciendo algunas preguntas basadas en la información que obtuvo del preso anterior.
"No puedo creer que esa rata te haya contado todo esto, hoy en día no puedes confiar en nadie más que tú mismo. ¿No crees eso?" Le cuestionó el hombre a Andrea, ella asintió dándole la razón en cuanto a solo confiar en uno mismo. "Entonces confirmas todo lo anteriormente dicho, solo dime, ¿por qué arriesgar tanto por un hombre al que no le interesas?" Andrea comenzó a preguntar. El hombre se le quedó mirando unos segundos y luego comenzó a regresarle preguntas. "No lo sé, ¿por qué cuestionar gente podrida en un lugar así en lugar de ir a tu gimnasio o ser solo una chica linda?" Andrea se puso más seria. "Solo dime lo que necesito y te dejaré en paz con tus otros noviecitos de la cárcel". Le respondió. El hombre se mantuvo calmado y siguió preguntando a Andrea, desviando la conversación. "Entonces no tienes mucho más que hacer, debes ser una persona bastante solitaria ¿o me equivoco?"
Andrea comenzó a perder un poco la paciencia. "Mira, los dos sabemos bien por qué estoy aquí, así que podemos terminar con esta bonita plática si tan solo me dices lo que necesito". Andrea dijo mientras comenzaba a jugar con sus guantes, como queriendo quitárselos.
"Lo que necesitas que te diga, es que la vida de ninguno volverá a ser la misma luego de esta bonita plática, como tú le llamas. Hablando de eso, me parece grosero no saber ni tu nombre". El hombre dijo cambiando su tono de voz a uno más serio y enfocado. Andrea comenzó a tener una extraña sensación con el sujeto, se sentía incómoda pero no lograba averiguar el por qué, además de que por alguna razón estaba perdiendo el enfoque y la paciencia, haciendo que comenzara a quitarse los guantes y acomodar su pasamontañas. "Mira, chico, yo no vine aquí a hacer amigos ni conocer gente. Lo único que debes saber de mí, es que luego de saber lo que necesito voy a desaparecer de tu vida." Le dijo ya algo enojada. El hombre sonrió con confianza y le respondió. "En eso estamos de acuerdo entonces, anda, haz lo que tengas que hacer".
Andrea no lograba entender el comportamiento del hombre, a pesar de tener ya algunos años tratando con criminales cuyo historial era peor que éste, había algo distinto, por lo que incluso más allá del caso, ella se dispuso a repetir el proceso de unas horas atrás. Se levantó un poco la máscara y comenzó a introducirse en el hombre poco a poco, hasta que por fin pudo entrar a su consciente, solamente para quedar aterrada mirando los crímenes que el hombre había cometido en su vida, desde que era tan solo un niño había cometido robos y en su adolescencia comenzaron los secuestros, extorsiones, torturas, entre otras. Andrea miraba como la vida del hombre se iba cada vez más abajo, mientras intentaba averiguar la información que necesitaba. Sin embargo no lograba dar con esa información, sospechando que quizás él tampoco supiera el paradero de su jefe. Andrea continuó explorando el subconsciente del hombre, creando más dudas que respuestas, pues comenzó a notar incoherencias entre los mismos recuerdos, cosas imposibles pues era como si hubiese vivido más de una vez cada año de su vida, notando incluso algunas similitudes con su propia mente, pues ella almacenaba fragmentos de recuerdos de las personas que había poseído, las cuales podían coincidir con recuerdos propios. Sin embargo Andrea tenía experiencia y sabía cómo diferenciar recuerdos propios de ajenos en su mente.
"Esto es increíble, no puede ser, es como si este sujeto también pudiera ver recuerdos ajenos o algo similar, no logro entenderlo" Andrea se cuestionó a si misma en sus pensamientos. Sin embargo quedó aterrada cuando escuchó la voz del hombre en el subconsciente respondiendo. "Sí, ¿verdad? Tantas vidas, algunas perdidas para siempre, otras se quedan, pero algunos somos eternos". Andrea entró en pánico, pues nunca antes había ocurrido algo similar. Ambas consciencias estaban presentes y activas al mismo tiempo en el cuerpo. Andrea en ese instante comenzó a revertir el proceso, regresando a su cuerpo, asustada por lo ocurrido. Ella abrió sus ojos y miraba al hombre aun dormido enfrente de ella.
"No puede ser, ¿qué acaba de pasar? No entiendo, yo... yo.. debo salir de aquí" se dijo a sí misma y se levantó, sin embargo se volvió a sentar de manera impulsiva sin entender por qué había hecho eso.
"¿A dónde vas?" La voz del hombre se escuchó en su cabeza, lo cual hizo que el corazón de Andrea comenzara a palpitar a toda velocidad. "¿Qué? ¿Qué está pasando?" Dijo en voz alta. "¿Por qué escucho tu voz?"
"¿Qué creíste? ¿Qué eras una persona única en el mundo? Veo que te has estado divirtiendo bastante con mis compañeros, y también con la competencia durante algunos años". La voz del hombre se hacía cada vez más presente, incluso Andrea podía sentir que el sujeto se encontraba cada vez más en su interior, observando sus recuerdos. "Aléjate, salte de mí, ¡ya!" Le dijo con mucha impotencia.
"No, mi pequeña Andrea Álvarez, la que se saldrá de aquí eres tú" la voz dijo, y luego de eso se formó una sonrisa siniestra en el rostro de Andrea. "Adivina quién se quedará para siempre a pudrirse en este sitio?" el cuerpo de Andrea dijo sonriendo.
Luego de eso, el cuerpo de Andrea se contorsionó, se podía notar que había una lucha interna entre ambas consciencias, y luego se inclinó hacia el cuerpo del preso, expulsando el aura una vez más, introduciendose velozmente en el cuerpo del hombre y luego regresando al de la mujer.
Luego de eso, Andrea se levantó de la silla, visiblemente afectada y alterada y se dirigió en silencio hacia la salida, en donde los guardias de fuera le abrieron la puerta. Al salir, Hugo caminó rápidamente hacia ella, lo cual hizo que ella diera un pequeño brinco de la impresión. "Andrea, ¿está todo bien? Dime qué ocurrió" le preguntó con celeridad, poniendo una mano sobre el brazo de Andrea, a lo cual ella simplemente reaccionó moviéndose para hacerlo a un lado. Intentó caminar más rápido para alejarse pero fue interceptada por el jefe de la policia.
"¿Entonces? Cuéntenos lo que pudo averiguar, señorita". El jefe le interrumpió su caminata rápida. Andrea se detuvo y respiró profundo por un par de segundos y miró fijamente al jefe.
"Nada, ese hombre es un desperdicio, la información que nos dio su compañero era basura, solo nos hizo perder el tiempo" respondió en un tono serio. Hugo se le quedó mirando, notando algo raro en la mirada de Andrea, pero no lograba entender lo que ocurría. "Andy, ¿está todo bien? ¿Ocurrió algo?" Preguntó con preocupación. Andrea le devolvió la mirada y se movió ligeramente la blusa, descubriendo un raspón debajo del cuello. "No, no estoy bien, ese hombre..." respondió con una voz un poco quebrada. "Solo quiero ir a casa, en cuanto a ese hombre, por mí que lo manden al abismo, al infierno o a una fosa común".
Hugo miró sorprendido el raspón, intuyendo que el hombre habría forcejeado con Andrea, intentando matarla, lo cual lo hizo encenderse en cólera, buscando vengarse del hombre. El jefe lo sujetó del brazo, "Tranquilo Hugo, de eso se encargan otros, aquí en mi comisaría no permitiré estos tratos a nadie, en especial a una civil como la señorita Álvarez. Esto no se quedará así." Le respondió, tranquilizándolo. "Discúlpeme, señorita, nunca fue mi intención que sufriera algún tipo de maltrato, sé que usted ha insistido siempre en no tener seguridad ni ningún acompañante en sus sesiones, pero me siento directamente responsable, cualquier cosa que necesite puede decirme con toda confianza".
Andrea simplemente agradeció manteniendo un rostro visiblemente afectado y luego de eso se dirigió a la salida junto con Hugo, quien la acompañó en el auto hasta su departamento. Al llegar ahí, Hugo insistió en acompañarla hasta dentro pero Andrea se rehusó, expresando que quería estar sola y que ella le hablaría cuando se sienta mejor. "No es culpa tuya ni del jefe, es solo mía. Yo te hablaré, estaré bien" Le dijo mientras cerraba la puerta del departamento. Luego de ver por la ventana que el auto se alejara, Andrea se dirigió al baño, en donde tomó otra respiración profunda, mientras se miraba al espejo.
Se quitó el pantalón y comenzó a desabrocharse la blusa, pasando su mano por encima del raspón, mientras comenzó a sonreír. "Vaya, qué útiles son estas uñas, pueden hacerse pasar por cualquier otro tipo de herida. Pero más que nada, qué útil es este rostro y este cuerpo. Me parece que me voy a divertir mucho con tu cuerpo y con tu vida, Andrea". Andrea continuó diciéndose a su propio reflejo en el espejo, revelando ser el antiguo preso quien estaba dentro del cuerpo de la psicóloga.
Mientras tanto en la carcel, Andrea en el cuerpo del hombre solo podía llorar y suplicar por su vida mientras los guardias la molían a golpes, sin escuchar sus palabras diciendo que en realidad era Andrea y no un preso.
"Vaya, cada día están más locos". Uno de los guardias dijo, mientras el otro se tomó unos segundos para descansar su brazo. "Sí, este en especial nos comentó el jefe que la psiquiatra le descubrió esquizofrenia y que se escuda diciendo que es otra persona".
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Espero que se encuentren bien, después de un largo período decidí escribir nuevamente y espero poder mantener un poco más activo el blog.
Saludos y gracias a las personas que aun se mantienen al pendiente del blog.