- "¿Que hiciste qué?" - Irene le preguntó sorprendida a su nieta mientras ponía una mano sobre su pecho.
- "Lo sé, lo sé, es solo que yo no pensé que fuera algo real" - Carol respondió con la voz nerviosa y alterada - "Creía que era algo por diversión o no lo sé".
- "No, hija, eso no puede ser. Es que esas cosas solo pasan en la te..." - Irene intentó negar pero a media frase se dio cuenta de que sí era real. - "¿Esto no es un sueño? En verdad, es que esto es inverosímil" - Seguía diciendo en negación.
- "No, no es un sueño, abue. Ojalá lo fuera, al menos entendería que es esa palabra" - Carol dijo, a lo que Irene reaccionó con una mirada juzgona. - "Sin ofender, claro".
- "Mira, hija, tenemos que encontrar una manera de revertir esto... si ellos hicieron esto, seguro ellos pueden deshacerlo" - Irene le dijo mientras empezó a caminar algunos pasos al rededor de la cocina.
- "No, espera, abue" - Carol dijo poniéndose de pie lentamente - "No es tan fácil, esas personas son muy misteriosas. No sé cómo llegar a ellos".
- "¿Qué tal si empezamos por contarme todo lo que sabes ellos?" - Irene respondió poniendo sus brazos en su cintura.
Carol suspiró y luego tomó a su abuela del brazo para sentarse nuevamente.
Comenzó a contar sobre foros y sitios de internet en donde se hablaba acerca de el BodySwap, un tema que era nuevo para ella y le llamó la atención al instante. Imaginarse en el lugar de otra persona, vivir el día a día de alguien más o simplemente escapar de tu propia realidad. Todo era posible con una buena imaginación y compañeros que compartieran ese mismo gusto. Carol recalcó que ella no lo veía como un fetiche ya que no le interesaba tener sexo ni nada lascivo imaginando ser alguien más, ella solamente quería ver la vida desde otros ojos.
Irene interrumpió un par de veces a su nieta, impresionada al enterarse de todo este mundo, incluso llamándola impúdica y juzgando con sus expresiones faciales.
- "Bueno, si me permites..." - Carol siguió con su relato - "Un día me llegó una solicitud de mensaje, se hacía llamar... amm, no recuerdo bien su username" - dijo rascándose la cabeza. Recordar le costaba con su mente vieja y cansada.
- "Su ¿qué? Ay hija no entiendo la mitad de las cosas que dices, solo dime dónde están y vamos a verlos" - Irene le dijo, ya impaciente.
- "Su nombre de usuario, abue. Era algo como Kurbo, o bueno no sé, el caso es que me contactó y me dijo que había visto potencial en mí y otras cosas, la verdad no le creí y pensé que era alguna estafa piramidal, ya sabes".
- "¿Qué tienen que ver las piramides?" - Irene respondió confundida.
- "No nada, abue" - Carol dijo mientras movía la cabeza - "El caso es que pensé que solo quería dinero o algo, pero le seguí el juego por alguna razón. Me comenzó a hablar sobre un grupo exclusivo que iban más allá de fantasear y me quería dentro."
- "¿Y tú aceptaste? ¡Hija te pudo pasar algo!"
Carol solo la miró con ironía, a lo cual Irene asintió con frustración.
- "El primer día que fui, recuerdo que tenía miedo, era de noche y estaba en un edificio abandonado en el centro. No recuerdo bien, están muy borrosos mis recuerdos, no sé por qué" - Carol dijo tallándose los ojos.
- "Respira, hija. Sé que todo es muy cansado a mi edad".
- "Solo recuerdo que de repente estaba en medio de gente encapuchada y estaban hablando como si estuvieramos en misa."
- "¡Óyeme! No le faltes al respeto al coro de la iglesia, esos niños son unos santos" - Irene dijo llamándole la atención.
- "Ay ya, abue, y bueno luego de eso no recuerdo mucho, solo recuerdo hablar con personas pero sus rostros se me hacen muy borrosos. Y bueno recuerdo ir algunas veces más, era cada 15 días más o menos".
- "¿Y luego qué paso? ¿Cómo hicieron el cambio? ¿Recuerdas la dirección? ¡Dale, hija!, Tienes que acordarte. No podemos quedarnos así." - Irene dijo apurada.
- "No, abuela, y ya basta por favor. Me está doliendo mucho la cabeza, quiero... quiero acostarme" - Carol dijo poniéndose de pie y comenzando a caminar hacia su cuarto pero de repente se desvaneció e Irene corrió a ayudarla. Comenzó a abanicarla y gritar pidiendo ayuda.
Después de unos momentos, los paramédicos llegaron al lugar, llevándose a Carol al hospital. Irene decidió acompañar la ambulancia mientras le sostenía la mano a su nieta.
Al llegar al hospital, pronto los padres de Carol se hicieron presentes, abrazando y consolando a quien creían que era su hija. Irene estaba muy alterada y con los ojos llorosos al ver cómo su nieta estaba grave, culpándose y diciendo que debía ser ella quien estuviera en ese lugar. Gabriela y Mauricio pensaban que ella solo estaba siendo empática, sin entender el trasfondo de esas palabras.
El matrimonio le pedía a Irene que se fuera a descansar a casa pero ella insistió en quedarse todo el tiempo hasta que pudiera ver nuevamente a su nieta, lo cual ocurrió hasta el anochecer. En cuanto recibió la autorización del doctor, Irene entró eufórica a ver a su nieta y le sostuvo la mano, diciéndole lo preocupada que estaba. Carol también se alegró de verla, sonriendo de manera pasiva.
El doctor entró a la habitación, acompañando a la familia.
- "Buenas tardes, soy el Dr. Paredes y estuve a cargo de la Sra Irene" - dijo en un tono amable, presentándose. Gabriela y Mauricio le estrecharon la mano agradeciéndole. - "Tienen suerte, unos minutos más que hubiera tardado en llegar y no estaríamos aquí" - terminó diciendo con un tono de alivio.
- "¿Qué le pasó a mi madre?" - Gabriela preguntó angustiada.
- "La Sra Irene presentó un accidente cerebrovascular isquémico leve, pero gracias a la intervención de nuestro equipo se pudo controlar debidamente".
- "¿Un qué cosa de quién?" - Mauricio interrumpió confundido. Los rostros de todos los demás presentes tenían la misma expresión.
- "Un ligero derrame cerebral" - Dijo el doctor, ahora dirigiéndose a Carol. - "Sra. Irene, ¿sufrió de algún susto o alguna experiencia impactante? En su historial no tenemos antecedentes de algún accidente de esta índole".
Carol e Irene se miraron entre sí por un segundo. Era claro que el impacto de todo lo ocurrido en el día le estaba pasando factura al cuerpo viejo que ahora Carol tenía, pero no podían revelar nada al respecto así que fingieron no saber nada al respecto, inventando una mentira.
- "Mi n... abuela estaba en mi casa ayudándome en la cocina y de repente se sintió mal, tal vez algún olor o algo" - Irene dijo rápidamente.
- "¿Y desde cuándo le dices a tu abuela que te visite para cocinar?" - Gabriela preguntó, extrañada.
- "Ya hija, no empieces, lo importante es que no pasó nada" - Carol dijo desde el cuerpo de su abuela.
Luego de eso, el Doctor se retiró, no sin antes decirles que la mujer necesitaría quedarse unas horas más en observación antes de poder darle de alta, ya que sus defensas estaban muy bajas.
Mauricio y Gabriela se retiraron también, dejando a las dos mujeres a solas. Irene aun tenía algunas lágrimas por la preocupación y culpa de ver a su nieta sufriendo, pero Carol le pidió calmarse.
- "Abue, respira, no pasó nada grave. Yo estoy bien, ahora lo importante es que podamos regresar a mi casa, o al menos creo que tú podrías ir para calmar a mis papás.
- "Hija, no puedo dejarte así, yo me quedo hasta que te den de alta y nos vamos juntas".
- "Abue, en serio, estaré bien, mejor ve a mi casa e intenta buscar en mi celular si puedes encontrar algo que nos ayude a dar con esas personas."
Irene se fue, a su pesar, pero también estaba decidida a buscar una manera de revertir todo esto. Por lo que al llegar a casa de Carol, comenzó a buscar entre sus cosas. Se sentía rara al esculcar entre las cosas de su nieta, viendo toda la ropa que ella tenía, tanto blusas como vestidos y luego su ropa interior. Al pasar en esta parte, un par de calzones llamaron su atención, uno blanco y uno negro, ambos de encaje y con un corte no tan conservador como ella usaría.
Los hizo a un costado y siguió buscando, recordando la libreta que había visto el día anterior. No tardó mucho en encontrarla nuevamente y se sentó en la cama para leerla con más detenimiento. Leyó nuevamente los pensamientos negativos de Carol, y en unas páginas leyó cómo ella no se sentía cómoda con su cuerpo, deseando poder tener otro cuerpo o incluso deseando que alguien más tuviera su cuerpo para usarlo de una manera mejor que lo que ella lo haría.
Irene tenía sentimientos encontrados al leer esto. Por un lado le dolía que su propia nieta se sintiera de esa manera consigo misma. "¿Acaso ella odiaba su cuerpo? Pero es tan hermoso, su rostro tan delicado y estos pechos firmes..." Pensó para sí misma mientras miraba hacia abajo, notando un ligero escote que se formaba con su blusa. Sentía la curiosidad de ver esos pechos nuevamente pero se resistía, leyendo más de los escritos de su nieta. A medida que pasaban los minutos, su mirada pasaba de las hojas a su escote cada vez más seguido, luego miró de reojo al closet en donde estaba el par de calzones de hace un momento. La tentación era cada vez mayor y ya no la dejaba concentrarse, al punto de ceder, dejando la libreta a un lado en la cama y caminando hacia el closet.
Ella tomó el par de calzones, imaginando cómo se verían en el cuerpo de su nieta para luego decirse a sí misma "¿Para qué imaginar? Ahora soy ella" con una sonrisa traviesa. Pronto la mujer se encontraba modelando frente al espejo la ropa interior, sonriendo al sentirse más femenina de lo que se había sentido en los últimos 30 años.
Luego de eso, comenzó a sentir como su cuerpo se sentía caliente y empezó a sudar, desabotonándose la blusa hasta dejar sus pechos libres. Internamente aun sentía culpa pero la calentura y sus hormonas jóvenes se habían apoderado de ella, haciendo que bailara de manera lenta y sensual, pasando sus manos por todo su cuerpo, sintiendo como se erizaba cada poro de su piel. Al sentir la firmeza de sus pezones exitados se quitó la blusa por completo de un solo movimiento rápido para aventarla a la cama, quedándose con su bra y el calzón negro.
Consumida por la lujuria se quitó el brasier, dejando sus pechos al aire y acariciándolos lentamente. Los gemidos eran incontrolables e incontenibles, Irene había dejado de pensar de manera sensata desde que sintió una ligera humedad en su entrepierna. La misma humedad que sintió en el baño de su hogar el día anterior pero había intentado contener, ahora estaba libre. Se bajó el calzón revelando una vagina húmeda y palpitante que le hizo sentir una explosión de placer al primer tacto con su dedo. Una sensación tan intensa que la hizo caer a la cama, ella se empezó a mover por instinto, el cuerpo de su nieta parecía tener voluntad propia e Irene se estaba dejando guiar por el placer.
Un gemido tras otro, la mujer estaba sumida en un mar de éxtasis que no podía detener. Las olas de placer la abatían sin darle respiro, sus manos temblaban mientras sus dedos, ya húmedos, continuaban introduciéndose en su joven vagina. Los pensamientos conservadores de Irene se desvanecieron por unos segundos y ahora solo había la necesidad de sentir más placer.
Sin embargo su momento de lujuria se vio interrumpido al escuchar el timbre de la casa. Se trataban de los padres de Carol, quienes lucían preocupados por su hija. Irene sintió un escalofrío bajando por toda su espalda mientras se detenía para recomponerse. Se sentó en la cama, aun respirando agitada y mirando hacia abajo para notar las sábanas húmedas y su ropa tirada en el piso.
Un segundo sonido del timbre la hizo reaccionar para comenzar a vestirse rápidamente con ropa nueva, metiendo su ropa sudada en una bolsa dentro del closet.
- "Ya voy, ya voy" - Irene decía desesperada mientras un tercer toque del timbre la apuraba.
Se colocó un short y una blusa sencilla, lo primero que encontró, y fue a abrir la puerta para encontrar a la pareja.
- "Hija, ¿estás bien? Te ves agitada" - Gabriela le preguntó mientras le sostenía el rostro. - "Estás caliente, seguro debes tener fiebre. Descuida ahora te preparo mi menjurje especial".
- "No, no pasa nada, es solo que yo... amm.. estaba haciendo ejercicio" - Irene dijo, intentando excusarse, pero Gabriela sonrió de manera incrédula.
- "¿Ejercicio? Hija tú eres la primera en decir que el único abdominal que haces es cuando te levantas" - Mauricio respondió entre risas. Gabriela lo miró de reojo en forma de reclamo, a lo cual el hombre ya no dijo más.
- "Estoy bien, en serio. No pasa nada. ¿En qué puedo ayudarles?" - Irene respondió desviando la atención.
- "Ay, qué modos son esos de hablarnos, ni que fueramos tus vecinos. Además estábamos preocupados por ti, hija". - Gabriela le dijo mientras pasaba y se sentaba en un sillón de la sala. Mauricio se sentó a su lado e Irene se quedó de frente a ellos. - "Desde que pasó lo de tu abuela, te hemos notado muy afectada".
- "Claro que me afecta, digo, es mi abue. ¿Acaso tú no te sientes igual o peor?" - Irene le cuestionó a su hija.
- "Por supuesto que sí, ¡es mi madre, por Dios!" - Gabriela contestó a manera de reclamo. - "A lo que voy es que ya sabes, tú y tu abuela no siempre tuvieron la mejor relación, yo siempre te decía que la debías visitar más seguido pero tú preferías quedarte en casa todo el tiempo".
Irene no respondió, se mantuvo en silencio ya que no podía argumentar nada. Ella extrañaba a su nieta, pero Carol no la visitaba tan seguido como le habría gustado. En los últimos meses había sentido una desconexión con ella, pero ahora estaba más vigente que nunca.
- "Yo sé, es solo que últimamente digamos que no me he estado sintiendo como yo misma" - Irene le dijo mirando al suelo. La angustia la consumía y sentía que debía decir la verdad pero no sabía cómo reaccionaría su hija.
- "Hija" - Gabriela le dijo con voz tierna, se acercó y le tomó de las manos - "Sabes que siempre que necesites algo nos tienes a tu papá y a mí. No estás sola, y tu abuela tampoco lo está, nos tiene a nosotros" - terminó diciendo con una sonrisa.
Irene sonrió pero volteó la cara para no dejar ver que estaba a punto de soltar una lágrima. Después de eso se fue al baño en donde se desahogó unos minutos antes de regresar a la sala con una actitud más fresca y relajada, imitando a la Carol original. Después de casi una hora manteniendo apariencias, la pareja se fue de regreso a su casa, con lo que Irene se quedó sola nuevamente, soltando un gran suspiro cuando finalmente cerró la puerta.
"Bueno, de regreso a lo que estábamos" - Irene se dijo a sí misma, mientras tomaba nuevamente los apuntes. Esta vez de manera más enfocada y sin pensamientos hormonales que se atravesaran.
Mientras pasaba las páginas, ella seguía encontrando figuras triviales: círculos y triángulos cruzados que formaban formas que no comprendía. Algunas anotaciones cortas como "No olvidar la foto", "No olvidar capucha", al igual que un par de números telefónicos que no tenían nombre.
Luego encontró una anotación que la perturbó:
"Hoy me llevaron a ser testiga de un proceso. Alicia, una chica con la que hablé un par de veces, fue elegida así que tuvo que ir vestida con la túnica oscura. La verdad me dio miedo la forma en la que todos estaban actuando, parecían robots sin emociones. Me sentí rara pero le seguí la corriente a todos para no verme fuera de lugar.
Alicia se paró en medio de una terraza justo afuerita del edificio y Kobro junto con otros 2 muchachos la rodearon, luego ella se mantuvo en silencio como si estuviera hipnotizada. Después solo comenzó a decir unas palabras extrañas en voz alta y de repente no sé de donde salió una luz que me dejó ciega. Cuando todo se calmó, se acercaron a ella y se la llevaron. Al día siguiente llegó una chica diciendo ser Alicia pero ni siquiera se parecía a ella. Y Alicia no se apareció más. Todo esto está bien raro."
Irene se alertó al leer esto, luego se adelantó varias páginas, hasta que encontró información importante en las últimas páginas escritas del diario:
"Mañana iremos a la explanada que está a las afueras de la estación abandonada, junto al bosque. Dicen que es mi momento y que estoy lista. Mi mamá me mataría si se entera de todo esto, pero por si acaso mi acción final es darle todo a mi abuelita Irene, aun no sé muy bien qué signifique todo.
No sé cómo sentirme. No me siento lista, y la verdad es que solamente he vista un "proceso" el cual siento que fue actuada. Aquella chica Alicia. Para mí que todo esto es actuado, me pregunto si les pagarán. ¿Me pagarán a mí también? Solo espero no ser estafada o que le hagan algo a mi abuela".
Tras leer esto, Irene se sintió inquieta. Si lo que Carol había escrito era real, significaba que todo era cierto. El cambio de cuerpo, la sociedad secreta de la que su nieta le habló, y en especial: ¿cuántas personas están en la misma situación? ¿Acaso todas han sido voluntarias? Ella simplemente recuerda despertar en el cuerpo de Carol sin haber sabido algo antes.
Se levantó, se vistió, tomó el diario y salió hacia la calle en busca de respuestas.
¡Hola a todos!
Siento mucho el retraso con la continuación de esta historia, digamos que originalmente sería una historia mucho más corta pero decidí alargarla lo cual me llevó un tiempo. En los próximos días se publicarán los siguientes (y últimos) 2 capítulos. Espero la estén disfrutando y no olviden comentar qué les parece.
Está muy bueno el capítulo, mucho ánimo
ResponderEliminarexcelente saluditos !!!
ResponderEliminarBuen capitulo
ResponderEliminarExcelente continua pronto
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